El comunicador artificial siempre sonará igual y, en cambio, el comunicador que utiliza la naturalidad será capaz de adaptarse a cualquier circunstancia y hará llegar su mensaje con el sentimiento que desee imprimirle.
Te proponemos el siguiente ejercicio: escoje al azar un texto. De un periódico, un libro, una revista, una web,… el que sea. No muy largo. Un párrafo de unas 5 líneas.
Intenta leerlo varias veces transmitiendo en cada ocasión un sentimiento y un estado de ánimo diferente.
Por ejemplo, léelo:
– Como si fuese un texto graciosamente.
– Como si estuvieses muy enfadado.
– Como si hubiese mucho ruido a tu alrededor y tuvieses que gritar.
– Como si estuvieras entre el público asistente a una conferencia y tuvieras que hablar muy bajo.
– Como si fueses un político desde el atril, convenciendo a las masas en un mitin.
– Como si tu audiencia fueran los niños de una guardería.
Grábalo y escúchate. Comprueba si hay diferencias. Si ves que no las hay o hay muy pocas, inténtalo sin leer. Memoriza un texto fácil, una frase de uso cotidiano como por ejemplo: “Qué buen día hace hoy, seguro que me voy a la playa”.
Este ejercicio conviene hacerlo con todo tipo de textos, desde poesías hasta informativos, y añadiendo supuestos. Y como siempre recomendaré en los ejercicios que propongo, hay que exagerar, arriesgar, para alcanzar nuestro “punto ideal”.